viernes, 20 de febrero de 2015

Casualidad eres tú.

Te he encontrado por este lugar llamado mundo, y te lo prometo, amaré siempre al karma por jugar con esta casualidad. Enciendes mis ascuas con tus motivaciones, tus ganas de continuar la montaña, ese rayo optimista que te complementa junto a tu nombre y apellidos, y esa sonrisa de mejilla que te caracteriza, aunque derrames lágrimas a la vez y se te ponga roja la cara. Adoro tus brazos abiertos de par en par cuando mas necesito encogerme entre ellos, volverme tan trasparente como tu, llorar sabiendo que todo va a salir fenomenal porque tu me juraste acompañarme hasta el final, ¿recuerdas? Parar es morir, y morir de felicidad intentándolo.
Si te vas, me dejarias como aquel que duerme solo en las noches de penumbra y frío, de nieve, viento y granizo, como aquel que agarra fuerte la almohada creyendo evitar la ausencia de el cuerpo tan deseado, o cambia todos los días las sábanas esperando la visita de alguien. Me has enseñado a valorar, a quererme a mi mismo, que el camino recto no lleva a la meta, como el cochecito de los niños que van a cuerda y se estampan contra la pared, impidiendo avanzar. No se si son tus ojos los cuales al mirarlos me tranquilizo, la energía que me transmite y me lleva al universo paralelo de creer que si que puedo lograr mis metas, continuar con mis principios, o a lo mejor son tus manos las cuales me tocan o me agarran el brazo diciéndome palabras que me empujen hacia la cima. Los tumbos que no llegaban a ningún sitio con las millones de historias que contar, un cigarro hasta que se consumía, una copa hasta que se derretían los hielos, una lección nueva que aprender. La casualidad nos trae diamantes y piedras, las escaleras al cielo y el pozo al infierno, hay días que a las nubes no les apetecerá llorar ni el sol alumbrar el cielo, noches de luna llena y noches de luna creciente.
Y eso es la casualidad, casualidad eres tú.