Hoy es un día nublado,
y te escribo como siempre otra poesía que mandaré a la basura.
Cierro mi ventana
para guardar un poquito de calor en un escalofrío de mi alma
y dejar de oler el petricor que forma el llanto de las nubes.
Ojalá recibiera una perdida tuya
y escuchara tu voz,
melifluo en los recovecos de mis oidos.
Pero aunque solo sea ilusión y consuelo
y sea víctima de una realidad distinta
no soy capaz voluntariamente o no de dejar de recordarte.
Sonámbulo hacia tí.
Mi alba todos los días.
Nostalgia en mis brazos.
Comprendí esos saberes necesarios de la vida
cuando me reflejé en el espejo y me miré,
entonces entendí que sería inmarcesible,
un masoca que no se atreve a naufragar en el olvido,
que combate contra la tormenta si se trata de ti.
Y este ron que ya es vinagre,
que no se trata ya de si tiene sentido o no,
sino de los distintos caminos que tomamos
de los miles que forman nuestras vidas.
Siempre amo lo que menos me ama
y más daño me hace,
así de tonto soy.