lunes, 14 de marzo de 2016

Bohemia

Dicen que todos necesitamos un poquito de sur para ver el norte,
pero como siempre nado a contracorriente, yo me vine al norte para apreciar el sur.
A veces echo en falta los consejos de mi madre e intento parecerme a ella cada día con alguna muletilla nueva,
las veces que mi padre puede repetir que coma al cabo del día porque estoy muy delgado,
la familia, o los amigos de siempre que te abrazan cuando notan temblar tu corazón.
A veces pienso que no soy tan fuerte como pensaba, a veces caigo y me desoriento, como ese pitido tan suave y fino que al escucharlo te desorienta.
A veces vuelvo a ser yo y necesito uno de esos abrazos o algún consejo, y me acuerdo de como sonríen al verme feliz, de como sonríen aun teniendo kilómetros de por medio.
Quizás sean esos pequeños momentos de bajones que te da por comprar un billete de vuelta a casa.
Pero yo realmente estoy bien donde estoy, y de todo lo que me he ganado aquí, lo único que a veces necesito más sur que norte, un poco más de calor, y eso es difícil de entender cuando no estas lejos ni has vivido algo simultáneo.
Pues a veces hay que irse para volver, la vida misma es así, es aprender que no vas a aprender nada.
Pero todos necesitamos también unos minutos así, pararte a pensar y controlar las pulsaciones, entrar en estado melancólico, pues la melancolía es el placer de estar triste, así te encuentras más rápido de donde estás, y de que manera brilla hoy el sol.

domingo, 13 de marzo de 2016

Corazón Antibalas

¿De qué me sirve tener un corazón a prueba de balas, si lo que me mata son tus ojos al protagonizarme en uno de tus repentinos vistazos? Tal vez sea tan idiota que necesite uno de tus arañazos para comprobar si estoy vivo o muerto.
¿Cómo puedo ser tan idiota de creer en tí y legarte una oportunidad si cuando me gire brindarás salud con las estrellas, en copa urdida en corazón vivo.
Pero nunca olvidaré que soy mío y estoy hecho para mí antes que nadie, que soy fuerte y llorar no es antónimo de valentía.
Que no se me olvide reir, que no se me olvde caer, tropezar, correr... que no se me olvide como era yo antes de conocerte, antes de que me quebraras.
Porque aún custodio una bala esperando ser arrojada que incluye nombre y apellidos, pues me da igual ser un bala perdida desde que descubri en tus pupilas el palpitar de tu corazón, ahora que se que soy capaz de reventar un rayo si se cura entre tus brazos.
Tengo nuevos episodios entre mis manos, y no se de que palo vas, pero tu no formas parte de ninguno. Ni sota, ni rey ni as, que yo elijo oros, y omito espadas pues, no soy como tú que la escoge y apuñala corazones como si fueran nubes.
Que seguía mirando al suelo, porque yo te dejé el mundo a tus pies, y con ello mi corazón, pero tú seguías bailando sobre él.
Tengo una euforia que te manda directo a la mierda y te pone atrás del todo en la fila.
Y yo escogí el momento perfecto para el billete de ida, pero también el idóneo para el de vuelta.
Pero sobretodo te deseo que te des cuenta, que llegará un momento en tu vida que no podrás desvestir uno por uno cuerpos y corazones, ni aliarte con Cupido para luego esconder las manos tras la espalda. Porque llegará quien te enamore, y vivirás perdido leyendo este poema.

martes, 1 de marzo de 2016

Hazte oír II

Hoy he vuelto a abrir los ojos con la misma corazonada.
Mi corazón latía a más de cinco pulsaciones por segundo
y todo a causa de la misma pesadilla que me persigue desde hace mucho tiempo.
He empezado haciéndome el mismo café de todas las mañanas,
porque no hay nada mejor que la cafeína para ahogar esas cosas que pasan.
Veo a mi alrededor caras muertas, sin sentimiento alguno, como si la magia les hubiera abandonado.
Observo como la gente va y viene, y nadie se queda porque andan muy ocupados.
No se como continuar esto ahora mismo, créeme.
Pues escribo esto con la rabia de un niño cuando no le permiten pintar el cielo de verde,
o como ese adulto que sueña con ser niño, como yo.
Escribo mordiéndome las uñas por no arañar el papel.
Calco estas letras con el sentimiento de esas nubes melancólicas y grises cuando son acuchilladas por el sol,
en una época donde el puedo suena a miedo,
donde correr es de cobardes,
en un periodo de desorden, caos y confusión.
Estoy harto de tener que escuchar el adjetivo jóven como rebelde,
hastiado de ver como todo se va a la mierda y la mayoría de brazos cruzados,
confuso, porque no se a donde queremos llegar,
toda la vida obligándonos a mirar al frente, y que tonto el que lo dijo, que el sol también se refleja en el charco.
Pero también escibo esto con la ilusión de la primavera, porque alguien quedará con la esperanza de cambiar.
Porque nos enseñan que los sueños son preciosos, pero en realidad saben a mierda,
y es así, porque es bonito cuando los cumples, pero si no te propones conseguirlo, no lograrás nada.
La vida es una meta, o dos, depende las que te propongas, pero esta claro que vida es una, y no debemos perder el tiempo.
Quizás sea tarde cuando mires el reloj y no entiendas como actuar.
Haz de cada día el mejor, o por lo menos da lo mejor de tí.
Nunca guardes la espada, te va a tocar luchar, y luchar muy duro,
te caerás muy fuerte y seguramente te partan el corazón más de una vez.
Mirarás abajo y querrás abandonar, por un minuto vas a querer dejar todo, pero eso es lo que no se debe hacer.
Sal hoy a la calle y hazte oír. Hazte oír muy fuerte, y ayúdame a camiar todo este papel arrugado y gris.
Nunca dejes de vivir tus sueños.