lunes, 18 de julio de 2016

El Tren (Después de un año)

La magia surgió despues de un año,
quien lo diría,
qué locura.
Subí los escalones del vagón
otra vez a las nueve y cuarto,
pero esta vez de la mañana.
Volvería a buscar tus latidos en tus pupilas,
y el plano de la ciudad en las comisuras de tus labios.
Porque a pesar de un año aquí sigo yo
con las venas abiertas,
susurrando en mi cabeza
que me gusta ver la vida pasar,
que me gusta verla contigo,
después de tanto tiempo
intentándome fumar las dudas y las promesas en un calo.
Que he recordado cuando me abrazaste,
que la luna está en el mar,
que la luna solo está en Valencia,
y lo bonito que es escribir poesía si solo se trata de ti.
Que eres mi tren,
mi tren de las nueve y cuarto.
El tren que le hace cosquillas a las mariposas de mi estómago cuando hablamos de ida
y el que las mariposas me apuñalan el pecho izquierdo si discutimos la vuelta,
el tren de mis ojos.
Y mírame, otra vez jodiendo versos,
decorándolos de aroñez llorando por tus brazos.
Mírame a los ojos
que esta poesía es para ti,
esta poesía es para que la continúes tú,
por si te da por refugiarte entre líneas y te atreves a pensarme,
que yo me guardo las mías
para recordarte cuando me duela el corazón.
Fúmate tu las dudas,
que yo sigo sin aclararme,
que yo me cojo el billete de vuelta,
a ver si el Karma me da la espalda
y vuelvo a aparecer a las nueve y cuarto de la mañana camino al este.
A ver si rezándole al demonio,
esta vida entiende pasajero,
que me atrevo a vivir de pie,
esperando el siguiente vagón. 


El Tren (Hace un año):

domingo, 3 de julio de 2016

Soria, te quiero

Me acuerdo de aquel primer día que me quedé llorando en la puerta de la Alameda,
mi madre no paraba de decirme que tenía que echar a volar y salir del nido,
y nunca se me olvidarán los brazos de mi padre rodeando mis hombros
diciendo que arrasase con todo.
Es mágico, porque empecé llorando y acabaré igual,
de un lugar al que no quería ir y del que ahora no quiero marcharme.
He pasado por tanto,
compartiendo diez metros a lo largo con las paredes escondidas tras los dibujos de mi compañero.
Esos rincones que han pasado tan desapercibidos y que ahora llamo casa,
porque hay tantas historias detrás de esos muros.
He desperdiciado tanto tiempo como el que he aprovechado,
pero sobretodo ha sido duro y a día de hoy lo es, pero de distinta manera.
Se ha montado tanta gente a mi vagón que me he dado cuenta quien vale la pena y quien no,
porque primero están los que prometen y después los que rompen las promesas.
Ha sido toda una aventura que no ha hecho nada más que empezar,
porque siempre diré que lo peor de hacer las maletas es lo que te dejas fuera,
y yo aquí, me dejo una vida para luego volver.
Siempre quedarán esos momentos que enamoran,
esas sonrisas que rompen los esquemas,
que te obligan a improvisar cada día y te estallan las comisuras.
Un brindis poeta, por mi nueva familia,
por quien de verdad vale la pena luchar día a día,
por los que de verdad merece derramar un par de lágrimas,
preocuparse constantemente o que estos se preocupen de tí.
Por aquellos con los que te enfadas constatemente
o por los cuales se te escapa una pequeña sonrisa entre tanta tontería,
que en resumidas cuentas, llegan a ser los mismos.
Pero sobre todo me quito el sombrero con los que me abrieron las alas cuando me tocó aletear perdido en otro entorno distinto.
A dos autobuses de mi casa, que muchas veces ha sido el impedimento a volver corriendo y rendirme cuando más baja ha sido la caída.
Porque cuando notas todo tan sumamente lejos, extrañas los pequeños detalles que olvidaste por completo.
Decía que te encontraría en alguno de esos bares dando saltos de alegría
y lo que veo es a las personas que más quiero dando botes en el bar de siempre al que llamamos casa.
Quizas ha sido un año tan veloz,
que se ha consumido más rápido que algunas promesas,
como esos tres últimos calos de un cigarrillo.
Me ha dado tiempo a olvidar a ciertas personas que no valen la pena,
a probar el amor
y a darme cuenta que no estoy preparado para someterme
aunque aveces eche en falta cierto cariño.
He viajado tanto como he podido,
y compartiendo ciertas melodías con los de siempre.
Me he aventurado, notando esos brazos que creía perfectos
rodeándome en plena fachada de Atocha,
pero para que me entiendas, yo me enamoré de Soria
y de ver a aquella niña con el vaso levantado, bailando Como te Atreves de Morat.
Me he hechizado de tantas sintonías,
es más,
he sintonizado con los pequeños detalles de personas
que valen más que la alegría.
Y al final,
tenía tantas ganas de escribir este poema que no se como continuarlo.
Son tantas las palabras que me gustaría calcar,
que se me va la cabeza.
No podría describir tantos momentos de felicidad,
de lágrimas de todo tipo,
riendo o descubriendo nuevos corazones.
Soy incapaz de escribir todo eso en una hoja tan pequeña,
porque al final te quedas con lo esencial que es lo más bonito.
Aprendes a valorar a las personas por como son
y te acabas dando tantos tortazos contra la pared.
Los agradecimientos para quien ya lo saben,
que ojalá volviese a ese 29 de Sepriembre donde empezó todo,
aunque habrá que esperar tres meses para que la magia vuelva a suceder de una manera mejor.
Y que le den por culo a quien dijo que todos necesitamos un poquito de sur para ver el norte,
porque el norte tiene mi corazón
entre los callejones de la Dehesa.


 

lunes, 16 de mayo de 2016

Caras tristes,

 Que pequeña es esta ciudad
y que altos son los rascacielos,
que me siento minúsculo entre las venas de las calles.
Hay tantos rostros congelados,
algunos con una pequeña chispa de esperanza
pero se encuentran abatidos sobre las frías aceras.
Cada minuto entiendo menos lo que sucede,
parece que la prisa conquista las piernas de todo individuo,
es como si les faltase un pedacito de su corazón.
Son marionetas con los hilos barnizados en órdenes.
como si les fuese la vida en mirar al frente y afirmar con la cabeza.
Como cuando comprendes que las promesas se consumen más rápido que un cigarrillo
o que olvidar duele,
porque es muy fácil recordar sintonías alegres.
Perderse es la mejor idea,
no creo que nadie desease encontrarse aquí.
El frío contagia muecas tristes
pianos rotos.
Sólo quedan vivos aquellos con el corazón de oro,
ni de acero ni bajo cero.
Sólo quedan aquellos que escriben que será para comida,
aquellos que adornan las calles con colores y no con señales que son mandatos.
Aquellos que piden la hora y dan las gracias,
aquellos que dan los buenos días aunque el suyo haya empezado como una mierda.
Aquellos que cruzan miradas y no la carretera,
esos, serían los supervivientes,
los héroes y heroínas de la ciudad, del mundo.
Pero sobretodo sobreviven los que cierran los ojos y caminan sobre el asfalto,
aquellos capaces de escuchar alegres sintonías tras el ajetreado pitido de los coches.
Queda intacto quien se atreve a soñar,
quien defiende el amor,
queda libre aquel que se cae y se levanta,
queda ileso quien quiera sonreir,
pero sobretodo, quien sepa lo que quiera.

lunes, 2 de mayo de 2016

Tú.

Se abre el telón y aparece la mueca de tu sonrisa,
no se como se llama la función
pero me encantaría si funcionase.
Lo que se es que se abren mis venas cuando me sonríes
y ahí la función comieza cuando mi corazón rompe a palpitar,
que roto está el corazón,
pero palpita,
ahí sigue dando guerra.
Enloquezco cuando me veo reflejado en tus ojos,
esos que son mi perdición,
pero pierdo ya el sano juicio si me dices que me quieres.
Porque se que te volveré a ver devolviéndole el rayo de luz al sol,
se que volverás a ser lo que eras antes de ese tifón,
te levantarás como lo has hecho otras veces,
quiero volver a verte dar saltos de alegría
y que vuelvas a refugiarte en poesía si de nuevo lo necesitas,
porque los bares no refugian, sino que te esconden.
Por eso me encantaría que funcionase el telón en el que aparece tu sonrisa,
espejo,
y sabría ya como llamar a la función,
aquí estoy de nuevo.

miércoles, 27 de abril de 2016

Adiós

Hace un par de minutos que anocheció
y pensé que amanecería temprano,
pero fíjate que lloverá en cosa de segundos,
se nublará y me olvidaré de cegarme con el sol.
Parece mentira que ayer estuviese escribiendo como son las comisuras de tus labios
y hoy estoy aquí escribiendo una carta de despedida,
aunque ya no se si serán para tus pupilas
o por todos esos momentos que jamás hemos vivido,
que hoy era día para besarte,
y hoy serían todos los días.
Que con todo esto te afirmo
que todos los días salía de casa sin que tan solo un pelo se moviese
para poder conquistarte,
incluso cambié de corte de pelo,
porque algo me decía que te iba a gustar más.
También que cuando veía algún mensaje tuyo
se me colocaban estrellas en los ojos
y destruía el oxígeno a carcajadas bajitas.
Porque uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde,
y cada copa a quién le toca,
pero lo peor de todo es que yo siempre supe lo especial que eras
sin haber podido tenerte,
porque el puedo siempre me sonó a miedo si se trataba de ti.
Aunque si soy franco, siempre pensé que estaba hecho para estar sólo
aunque con las vibraciones de otras personas que jamás llegarán a igualarte.
El final de esta carta te quiere dar las gracias,
porque al fin y al cabo has sido la mejor inspiración hasta ahora,
ojalá otros muchos puedan recitarte esas palabras que hablan de tí en mis letras,
y que tengan un final inolvidable.

lunes, 18 de abril de 2016

No pierdas por error a quien te quiere, ni quieras por error a quien no le importas.

¿Qué se siente cuando te das cuenta que quieres a quien menos te aprecia, y menosprecias a quién te quiere?
¿Será como ese dolor de cabeza después de un día de resaca, o como un puñetazo en la boca del estómago?
¿Qué se siente al ser tan subnormal?
¿Será que solo soy un masoca que se derrite con tu boca o tu mirada que me provoca?
Ya no me sirven aquellas escusas tan ridículas por darme cuenta que siempre supe lo que tuve pero nunca pensé que lo perdería.
Cada oveja con su pareja
y cada copa a quien le toca
o cada llama a quien le toque quemarse.
Porque hubiera elegido cualquier lugar con tal de que estuvieses tú,
pero decidí aceptar mi mierda,
porque somos el tiempo que nos queda.

miércoles, 6 de abril de 2016

Ella.

Recorría aquellas calles como ese niño despistado,
volaba medio mundo buscando nuevos rumbos, nuevas historias,
y se movía entre las sábanas como el tabaco en el papel,
como el pincel entre las manos del artista.
Tan pronto recitaba versos de Marea como estrofas de Neruda,
era un terremoto.
Aparecen estrellas en sus pupilas cada vez que le cantas una de Roberto Iniesta,
y se le ensanchan las comisuras cuando le dices que todo va bien.
Es una chica droga, engancha con cada uno de sus gestos
y una chica medicina, que te cura todas las heridas cuando más lo necesitas.
Es un trueno en una tormenta de verano,
primero llora y después grita que se va a comer el mundo.
Es mirarla y caer al instante con esos ojos color primavera, alivio, pasajero.
Hipnotiza a todos con sus andares,
mi dama de bares,
oxígeno de ser vivo.
La última en caer, no desiste,
y es capaz de poner al círculo en pie.
Ella es la locura de un poeta, la ilusión del niño, la sabiduría de un anciano,
ella es increíble.
Es capaz de reparar corazones cuarteados, de volver a ponerlos en marcha.
Tiene unas piernas de verso y unos besos de labios
que hechizan a los sabios convirtiéndolos en niño.
Escucha aquella canción que salta en lista cinco o seis veces, adicta a las buenas vibraciones.
Tiene una serpiente de columna que le hace bailar en medio de la calle, y cuando baila parece que vuela.
Todavía es una niña, y siempre lo será, porque afirma que nunca es tarde para morir jóven, porque el corazón no envejece si uno no quiere.
Ella arde pareciendo no apagarse,
incendia y arrasa con todo,
ni mil tormentas pueden con ella,
es el temor de los problemas,
nunca se consume.
Se pone zapatos porque dice que son más comodos para caminar,
pero yo creo que no usa mucho tacones porque sobrepasaría los límites.
Tan pronto es sol en invierno, como sombra en verano,
no mira el pasado sino aprende
y no mira el futuro, improvisa.
Ella es única,
y si algun día no estuviese, si algún día no estuviese notaría partido eso que late.


lunes, 14 de marzo de 2016

Bohemia

Dicen que todos necesitamos un poquito de sur para ver el norte,
pero como siempre nado a contracorriente, yo me vine al norte para apreciar el sur.
A veces echo en falta los consejos de mi madre e intento parecerme a ella cada día con alguna muletilla nueva,
las veces que mi padre puede repetir que coma al cabo del día porque estoy muy delgado,
la familia, o los amigos de siempre que te abrazan cuando notan temblar tu corazón.
A veces pienso que no soy tan fuerte como pensaba, a veces caigo y me desoriento, como ese pitido tan suave y fino que al escucharlo te desorienta.
A veces vuelvo a ser yo y necesito uno de esos abrazos o algún consejo, y me acuerdo de como sonríen al verme feliz, de como sonríen aun teniendo kilómetros de por medio.
Quizás sean esos pequeños momentos de bajones que te da por comprar un billete de vuelta a casa.
Pero yo realmente estoy bien donde estoy, y de todo lo que me he ganado aquí, lo único que a veces necesito más sur que norte, un poco más de calor, y eso es difícil de entender cuando no estas lejos ni has vivido algo simultáneo.
Pues a veces hay que irse para volver, la vida misma es así, es aprender que no vas a aprender nada.
Pero todos necesitamos también unos minutos así, pararte a pensar y controlar las pulsaciones, entrar en estado melancólico, pues la melancolía es el placer de estar triste, así te encuentras más rápido de donde estás, y de que manera brilla hoy el sol.

domingo, 13 de marzo de 2016

Corazón Antibalas

¿De qué me sirve tener un corazón a prueba de balas, si lo que me mata son tus ojos al protagonizarme en uno de tus repentinos vistazos? Tal vez sea tan idiota que necesite uno de tus arañazos para comprobar si estoy vivo o muerto.
¿Cómo puedo ser tan idiota de creer en tí y legarte una oportunidad si cuando me gire brindarás salud con las estrellas, en copa urdida en corazón vivo.
Pero nunca olvidaré que soy mío y estoy hecho para mí antes que nadie, que soy fuerte y llorar no es antónimo de valentía.
Que no se me olvide reir, que no se me olvde caer, tropezar, correr... que no se me olvide como era yo antes de conocerte, antes de que me quebraras.
Porque aún custodio una bala esperando ser arrojada que incluye nombre y apellidos, pues me da igual ser un bala perdida desde que descubri en tus pupilas el palpitar de tu corazón, ahora que se que soy capaz de reventar un rayo si se cura entre tus brazos.
Tengo nuevos episodios entre mis manos, y no se de que palo vas, pero tu no formas parte de ninguno. Ni sota, ni rey ni as, que yo elijo oros, y omito espadas pues, no soy como tú que la escoge y apuñala corazones como si fueran nubes.
Que seguía mirando al suelo, porque yo te dejé el mundo a tus pies, y con ello mi corazón, pero tú seguías bailando sobre él.
Tengo una euforia que te manda directo a la mierda y te pone atrás del todo en la fila.
Y yo escogí el momento perfecto para el billete de ida, pero también el idóneo para el de vuelta.
Pero sobretodo te deseo que te des cuenta, que llegará un momento en tu vida que no podrás desvestir uno por uno cuerpos y corazones, ni aliarte con Cupido para luego esconder las manos tras la espalda. Porque llegará quien te enamore, y vivirás perdido leyendo este poema.

martes, 1 de marzo de 2016

Hazte oír II

Hoy he vuelto a abrir los ojos con la misma corazonada.
Mi corazón latía a más de cinco pulsaciones por segundo
y todo a causa de la misma pesadilla que me persigue desde hace mucho tiempo.
He empezado haciéndome el mismo café de todas las mañanas,
porque no hay nada mejor que la cafeína para ahogar esas cosas que pasan.
Veo a mi alrededor caras muertas, sin sentimiento alguno, como si la magia les hubiera abandonado.
Observo como la gente va y viene, y nadie se queda porque andan muy ocupados.
No se como continuar esto ahora mismo, créeme.
Pues escribo esto con la rabia de un niño cuando no le permiten pintar el cielo de verde,
o como ese adulto que sueña con ser niño, como yo.
Escribo mordiéndome las uñas por no arañar el papel.
Calco estas letras con el sentimiento de esas nubes melancólicas y grises cuando son acuchilladas por el sol,
en una época donde el puedo suena a miedo,
donde correr es de cobardes,
en un periodo de desorden, caos y confusión.
Estoy harto de tener que escuchar el adjetivo jóven como rebelde,
hastiado de ver como todo se va a la mierda y la mayoría de brazos cruzados,
confuso, porque no se a donde queremos llegar,
toda la vida obligándonos a mirar al frente, y que tonto el que lo dijo, que el sol también se refleja en el charco.
Pero también escibo esto con la ilusión de la primavera, porque alguien quedará con la esperanza de cambiar.
Porque nos enseñan que los sueños son preciosos, pero en realidad saben a mierda,
y es así, porque es bonito cuando los cumples, pero si no te propones conseguirlo, no lograrás nada.
La vida es una meta, o dos, depende las que te propongas, pero esta claro que vida es una, y no debemos perder el tiempo.
Quizás sea tarde cuando mires el reloj y no entiendas como actuar.
Haz de cada día el mejor, o por lo menos da lo mejor de tí.
Nunca guardes la espada, te va a tocar luchar, y luchar muy duro,
te caerás muy fuerte y seguramente te partan el corazón más de una vez.
Mirarás abajo y querrás abandonar, por un minuto vas a querer dejar todo, pero eso es lo que no se debe hacer.
Sal hoy a la calle y hazte oír. Hazte oír muy fuerte, y ayúdame a camiar todo este papel arrugado y gris.
Nunca dejes de vivir tus sueños.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Las despedidas siempre duelen, aunque haga tiempo que se deseen.

Hola cariño,
sigo atrapado en Julio, se que no me vas a entender,
pero no me atrevo a arrancarme la piel de momento,
aún es pronto para mudar.
Se que es difícil querer a alguien que no siente lo mismo por ti
ya que yo he sido el protagonista de una función parecida,
se abre el telón y quedas como un completo idiota,
pero poco a poco aprendes a abrir los ojos.
Me he dado cuenta que aún es pronto para despellejar mi corazón y repartirlo,
porque seguro que lo tienen que romper un par de veces más,
así de masoca soy,
no tengo miedo a perderme,
porque ahora mismo carezco de brújulas
y para que me entiendas, tú necesitas encontrarte.
A decir verdad, tengo aún cuentas pendientes que no se si algún día ajustaré,
tengo sueños que cumplir con alguien como yo,
tengo una energía que no debo gastar de momento
y tengo un grito de euforia reservado para un día en lo alto de la colina.
Pero si algún día otra persona conquista tu corazón, que sea alguien que merezca la pena de verdad,
alguien transparente, tu alma gemela.
Porque mientras tanto yo aquí estaré dando tumbos y pensando que un día moriremos, pero el resto no,
y que no hay más suerte que la que crees.
Que yo te afirmo pasajero,
que necesito guerra más que abigo,
que no me quedo con el frío de Enero,
que siete son los meses que invaden de felicidad mis días.

domingo, 14 de febrero de 2016

San Valentín despoblado.

Hoy me he acordado de algo importante,
he recorado tu sonrisa.
Recapitulo, que fui un completo idiota por enamorarme de ella.
Me he acordado que mataba por comerte a besos,
y que sufría cuando no podía hacerlo
porque los obstáculos nos quitaron la vida.
Aquellos días grises en pleno verano
que desembocaban en falsas promesas, falsas ilusiones.
Aquella impecable manera de escribir tuya,
que a mi me encantaba leer
como ahorcabas versos con el lápiz.
Hoy he recordado tu aroma despertando mis hormonas,
de lo valiente que eras por anunciar que aún osas amar.
Aquella poesía que me pediste,
y centenas detrás que iban de la mano adornando mis memorias.
Que te enunciaba que no me dijeras que el cielo es el límite
cuando hay pisadas en la luna.
Cuando clavaron una bandera con cientos de ideales
en el corazón de un satélite enamorado de nuestro planeta,
que no hace más que darle vueltas
para ver si un día lo enamora.
Y yo me sentía como esa luna melancólica,
te sentía como mi tierra, mi planeta.
Y a día de hoy sigo sin pactar nada con la amnesia,
sigo aquí despoblado recordándote algún día que otro,
recordando tu rostro, tus ojos
o repasando alguna de tus prosas,
leyendo aquellas conversaciones donde te decía que ahí iba a permanecer siempre para ti
que no sentirías vértigo por notar un pequeño vacío.

martes, 9 de febrero de 2016

Hipocondría.

Solía hablar de lo dulce que era,
lo que me gustaba y odiaba hacer.
Contaba los granos de azúcar con tal de que pasara el tiempo, sentado y comportándome.
Seguía las huellas para no perderme
y detestaba esa soledad que se traducía en puñales.
Intentaba escalar la cima,
pero solo agachaba la mirada a la vez que subía y sentía vertigo,
pánico.
Dejé de entender lo que era amar
porque había tanto hipócrita con pasamontañas,
regalando flores que al tocarlas sentías como el cianuro actuaba.
Tropecé con la misma piedra una y otra vez,
sin avanzar, retrocediendo.
Odiaba el frío porque no era demasiado cosmopolita para averiguar como combatirlo.
Veía llover desde la ventana y no me atrevía a salir a la calle ni con paraguas,
era alérgico al petricor, y solo tenía capacidad para acompañar llorando a las nubes.
Intenté huir de mis miedos, soez, desgarrándome el alma corriendo.
Quería llegar lejos, pero muy lejos de donde me encontraba, para no desenterrar problemas,
pero el problema llegaba a la doce de la noche apagando la luz,
temblando mi muñeca, que ya no sería mía al bailar con el interruptor.
Despertarme era otra traba,
seguiré si comprender como hacía para apoyar siempre el pie izquierdo,
y acto seguido, voluntariamente volver a rasgar el espejo que trae consigo siete años de mala suerte.
Sentía como los saleros se volcaban al cruzar nuestras miradas,
o como huir lo sentía como ventaja.
Quería quemar mi bandera,
tirar la toalla, abandonar.
Un vahído constante.
Y ahora,
me levanté del suelo y coceo la dichosa piedra con la que antes siempre trastabillaba.
Principio mis propias huellas sin destino alguno.
Trepo colina arriba sin dejar caer la mirada parar mirar al frente y contemplar nuevas vistas.
Me encanta el aroma de las nubes cuando lloran de alegría,
y abro bulevares nuevos con un paraguas de colores.
Ahora quiero instaurar un mástil más alto aún para pender mi emblema.
Me apetece dejar de perder el tiempo numerando minutos,
cuando contar se aprende con los dedos de las manos.
Desvelarse es un nuevo lance,
una nueva aventura.
Hoy ansio llegar lejos,
sin temor, en este baile a la deriva,
que ya se yo poeta, lo que soy frente un espejo,
sin descoser su frágiles esquinas
y sin volcar saleros de un vistazo.
Lo de amar lo dejo para otro capítulo,
quizás prefiero no contrariarme,
porque por fin he conseguido restaurar mi corazón,
aquel atravesado por balas perdidas,
corazón bajo cero, he conseguido un corazón de acero,
que de momento prefiero ser inmune a los flechazos de Cupido,
porque serán de Cupido, pero duelen.
Porque aquí no se trata de lo fuerte que golpees,
sino de lo fuerte que seas golpeado y no te des por vencido.
Pues,
así como lloro, también sonrío,
así como caigo, también me levanto
y así como amo, también olvido. 
 

martes, 26 de enero de 2016

Y nadie quemará mi bandera

Si algún día me preguntaran que si creo en el amor,
les diré que he visto más caras alegres que tristes un lunes por la mañana,
que hay personas que cuando suena el despertador se ponen a cantar y gritar frente al espejo,
que la torre Eiffel ha sido más testiga de besos que de huidas
y el puente san Pablo atado a más candados que a suicidas.
Así te afirmo que las Casas Colgadas se colgaron por tí,
que la Torre de Pisa se inclinó para esquivar un flechazo de Cupido
o el Big Ben reprimido cantando a campana viva las doce de la noche por que nadie le abriga entre sus brazos.
Si me preguntan que si el amor existe,
les contaré que nadie quemará mi bandera que izo todos los dias
que afirma que nuestros corazones siempre están calientes
aunque los tengamos destrozados,
será fisonomía, antropología o metáfora
o que algún subnormal decidió coger una daga y destrozalos.
Afirmo que el amor existe
y a primera vista
porque he visto corazones latir a mil cuando dos personas se acaban de conocer,
y también confío en el amor a ciegas
cuando una persona te sorprende en el momento que menos lo esperas,
cuando soplan los nubarrones que revolotean por tu cabeza,
cuando piensas tirar la toalla,
te abobias,
te enrabietas
y pierdes los papeles,
aparece ese rayo de sol acuchillando tormentas
y te tranquiliza,
te calma.

martes, 19 de enero de 2016

Space.



-
Y un día la tierra a la luna la preguntó ''Luna ¿Por qué giras en torno a mí?
y no la entendió,
hasta que se vió
dándole vueltas al sol
-

lunes, 4 de enero de 2016

Te escribo, y ese es el problema.

Parece mentira que haya acabado el año
y siga aquí sin saber nada de ti.
Te escribo desde la ventana que se abrió cuando te cerré la puerta.
Desde un suspiro que podría durar minutos, horas y años.
Con la rabia de un niño cuando no le permiten pintar el sol en la esquina de la hoja.
Con la sensación de una anoréxica reflejada en el espejo muerta de hambre,
y ese sabor agridulce porque el dulce me dejó amargo.
El parecer del puñetazo en el estómago cuando se acerca la despedida.
Te escribo asomado en el balcón sin preguntarme una vez si quiera que pasaría si caigo abajo,
en una época donde el puedo suena a miedo,
con el dolor de cabeza después de un día de fiesta,
con la angustia que te araña cuando piensas que vas a morir
y esas dudas antes del si, quiero.
Nos obligamos a mirar al frente cuando ni si quiera sabemos el destino, por eso da igual el camino que escoger o la estrella que seguir.
Como al soldado que le obligan a levantar la cabeza, y que idiota el que lo dijo, que no se da cuenta que el cielo también se refleja en el charco.
Somos esa tierra egocéntrica que presume de que la luna gira entorno a ella y no se da cuenta que es la tierra quien gira alrededor del sol.
Somos transparentes, como las llaves de casa, que a veces se nos olvidan nada mas salir y tenemos que volver a por ellas.
Te escribo con el llanto de una moneda, que pasa por miles de manos y nadie le tiene cariño, porque el dinero nos ha arruinado la vida.
Calco estas letras con el amor de la primavera, porque alguien quedará con la esperanza de cambiar, y no con el espíritu congelado.
Estoy harto de tener que escuchar el adjetivo joven para expresar mi rebeldía,
de escuchar quejas cuando nadie hace nada,
porque es muy fácil echar la culpa a los demás y quedarse de brazos cruzados,
como decir te quiero y no sentirlo.
Por eso, hoy te escribo con la ilusión de una bombilla, cuando piensa que la encenderán y todo el mundo admirará como brilla,
con la tristeza de las nubes cuando rompen a llorar y con la rabia de los truenos cuando acuchillan campos de cultivo.
Pero lo peor de todo es que te sigo escribiendo, y ese es el problema.
Tanto buscar respuestas, cuando aún no nos hemos planteado las preguntas,
por eso me quito la máscara de crío y me pongo la de hombre adulto,
y salgo del pozo donde los días pares vierto mis ahorros para pedir siempre el mismo deseo.
No le digas al fumador que el tabaco mata, lo sabe mejor que tú.
No le aconsejes nunca al anciano, lo sabe mejor que tú.
No le cuentes al niño el final de una historia, lo sabe mejor que tú.
No me llames cobarde por refugiarme en poesía,
lo
se
mejor
que tú.
Y ahora atiende y abre los ojos,
abro la puerta y te dejo pasar,
ciérrala de un portazo,
así quizás se abra una ventana que te mande a la mierda,
cada vez que te escriba llorando, cabreado o alegre,
cada vez que me pides que cambie,
cada vez que me esconda.